Mi primer furancho: A Taberna de Cancela


Hola mariner@s.

Después de una semana más que reinvindicativa con mi último artículo, del que os tengo que agradecer repercusión, volvemos a mis clásicas recomendaciones hosteleras. Eso sí, esta vez fuera de la ciudad. Ya os dije a principios que año que tenía interés en hacer un poquito de turismo interior por la comunidad y parece que poquito a poco voy cumpliendo y este verano he estado en diferentes lugares de Galicia que nunca había visitado. Además, he cumplido con uno de mis viejos deseos, conocer un furancho y esa es la experiencia que hoy os traigo aquí. Si os interesa, no tenéis más que seguir leyendo. 


Supongo que la mayoría de vosotros sabréis en qué consiste un furancho o loureiro pero para los que no os dejo la definición de la wikipedia aquí (Por algún extraño motivo, la Real Academia Galega no contempla este término).

Por tanto, hablamos de una casa familiar en la que tradicionalmente se vendían el vino que sobraba de la cosecha y en la que, para acompañar, también se servían comidas. Bien, la cuestión es que estos establecimientos, que inicialmente no estaban muy reglados pero que ya cuentan con normativa propia, han ido evolucionando y, a mi parecer, no dejan de ser un restaurante más. Algunos mantienen más que otros un menú y una estética enxebre, pero en la práctica se trata de una especie de mesón tradicional. De hecho, para mi primera vez le indiqué a mi amiga (natural de Vilagarcía) que quería ir un furancho de verdad, nada de propuestas como las que había visto en fotos y que recuerdan más a un local de cocina de autor. Así, su elección para mí fue A Taberna de Cancela en el ayuntamiento de Meaño.  


Para empezar he de decir que quedé muy contenta con el lugar. Se trataba de una casa de piedra en un entono similar bien conservado. En el interior, el comedor de madera estaba decorado con aperos de labranza. Me gustó que tenía la opción de una gran mesa redonda, en donde nos ubicamos para estar cómodos. 

Y llegó lo importante, el menú. Pedimos casi todo lo que estaba en la carta y todo nos encantó: embutidos, navajas, queso con anchoas, pimientos, raxo… todo excelente.  En este último caso nos sorprendió que en lugar de ofrecerlo en taquitos, como estamos acostumbrados, lo sirvieron en filetitos, muy sabrosos. De postre, nos decantamos por queso con membrillo para compartir entre todos e incluso a mí, que no soy seguidora de este dulce, me gustó. 


¿Los precios? Los habituales. Nosotros pagamos algo más de 12 euros por persona, incluyendo chupitos. De hecho, uno de los detalles que me gustaron es que tanto los vasitos de chupito, de barro, como las copas de cristal para el vino tenían grabado el nombre de la Taberna de Cancela. Además, nos dejaron la botella para que sirviéramos lo que quisiéramos, algo a lo que ya no estoy acostumbrada en los restaurantes de A Coruña en los que ahora acostumbran  a que sea el camarero el que te sirva el chupito. Del mismo modo, la cesta del pan era una peneira, otro detalle a valorar, especialmente si lleváis a alguien de fuera. 

Pero lo que en realidad suele ser un elemento destacado para juzgar un furancho, es el vino, porque te sirven (a menos que lo especifiques) el de la casa. Ya he confesado alguna otra vez que en este aspecto mi opinión no tiene mucha validez, pero el grupo que me acompañaba afirmaba que los había probado mejores. 

Los que me seguís sabéis también que para mí es muy importante en la valoración el trato recibido y aquí no podía ser mejor. Desenfadado, propio de una casa de comidas sin grandes pretensiones, pero muy correcto y rápido. De hecho, he de admitir que el camarero aguantó el tipo cuando una de las comensales le empezó a preguntar por su edad y otras cuestiones que no hay necesidad de reproducir aquí.

Si os animáis a probar un furancho, este es muy recomendable. Está en Broullón, Xil, (os dejo la ubicación en Google Maps). Si vais desde Vilagarcía es cierto que encontraréis muchas más opciones de camino, podéis probar, pero de momento no tengo referencias. Si vosotros sí, por favor contádmelas para poder repetir. 


Y antes de despedirme no puedo dejar de agradecer la implicación del último post. Estoy realmente sorprendida de cómo se movió en las redes sociales y de la cantidad de comentarios que escribisteis en él. ¡Y yo que no había quedado nada convencida con el resultado! Simplemente gracias. Esto me anima a seguir durmiendo poco alguna que otra noche para que un día a la semana pueda compartir con vosotros mis reflexiones. Me animaré más a partir de ahora con temas serios e incluso polémicos ahora que sé que tengo vuestro visto bueno. Si todavía no lo habéis leído, no tenéis más que pinchar en publicaciones anteriores. 

Un saludo y hasta la próxima semana. 



Fotogafías de Ángela Rodríguez Acosta (@angelaracosta)

Comentarios

  1. Esto no es un furancho. Es una taberna/restaurante... abre todo el año, al contrario de los furanchos

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    1. Lo sé, me lo dijeron los dueños por Facebook. Son taberna desde 1999. Ya le reñiré a mi fuente, jeje. ¡Gracias por aclararlo! Un saludo

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  2. En estos rincones hosteleros conocidos como furanchos se encuentran aperitivos y bebidas caseras de un gran sabor. Se dan exquisiteces caseras y artesanas que apenas podrás encontrar en cualquier otro lugar. Por suerte, para todos, existen negocios online capaces de traernos todos estos manjares y bebidas a la comodidad del hogar.

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